¡Hola mis queridos lectores!
Esta entrada la escribí a raíz de unos comentarios interesantes que compartimos con Fiorella de Little moment's with the book's en mi entrada Preguntas semanales: ¿5 opiniones impopulares?. Creo que es un tema muy bueno para hablar, así que por eso están hoy acá.
¿Alguna vez les conté como fue que tomé, después de tantos años, el hábito de leer?
De chica amaba los libros, más si eran de Disney, Chiquititas o algún infantil que mi mamá me comprara o estuviese en la biblioteca de mi colegio primario. Pero con los años ese hábito desapareció por dejarme influenciar por gente que creía que leer era de tontos y las películas eran mucho mejor.
Estuve al rededor de cinco años sin leer. ¿Lo pueden creer? Hoy sería una enorme tortura para mi. Necesito de las novelas para ser feliz. No importa si a fin de año leí solo unas pocas, esas me hicieron feliz a lo largo de los meses y me basta para estar contenta y sentirme más completa, sentirme yo.
En fin, en tercer año de secundaria, a mis catorce años de edad, mi profesora de Prácticas del Lenguaje nos dijo "Deberán comprarse Rosaura a las diez y Ceremonia secreta de Marco Denevi para que los leamos y analicemos" y, como por toda lectura impuesta, yo me quejé.
Empezamos por Ceremonia secreta. No podía seguirle el ritmo a la profesora por el simple hecho de que no quería leer aquel pequeño libro. Se acercó el día de la prueba y no era a libro abierto, ¡tenía que leer esa novela o me iba a ir mal! Así que como buena alumna, lo leí. Recuerdo que ya era tarde y los ojos se me estaban cerrando, pero me dispuse a terminar de una vez por toda aquella historia. ¿Y pueden adivinar que pasó? Si su respuesta fue que terminé por engancharme con la lectura y amarla por completo, entonces no se equivocaron.
Al día siguiente fui al examen feliz porque el libro me había gustado tanto que se me hacía fácil analizarlo. Claro que después me fue bien, estaba muy motivada. ¡Hurra!
El siguiente libro que leímos fue Rosaura a las diez. Con este ya iba a la par con la lectura en clase de la profesora y lograba ver más allá de lo que las palabras decían. Me divertí mucho al analizarlo y descubrir también cosas que se me habían pasado por alto. ¿No es eso lo que debería pasarnos a todos?
Gracias a Marco Denevi y mi profesora de Prácticas del Lenguaje (además de la insistencia de mi mamá porque me anime a agarrar otro libro), volví a leer. Y es muy loco, porque nunca hubiese creído engancharme con una lectura escolar porque, vamos, la mayoría de los libros que me asignaron fueron bastante malos. Tampoco nos lo daban con el suficiente amor y pasión hacia la lectura como para que nos enamoremos de ellos.
Hoy en día me gustaría que a todos les pasara lo mismo que a mi en aquel 2012. Que encontrasen una profesora de Prácticas del Lenguaje/Lengua/Literatura tan apasionada en su materia que les contagie las ganas de leer. Y espero también que algún día cambien las lecturas asignadas por algunas más llamativas porque vamos, hay miles de libros mejores que de seguro a los alumnos les encantaría leer.
Esta entrada la escribí a raíz de unos comentarios interesantes que compartimos con Fiorella de Little moment's with the book's en mi entrada Preguntas semanales: ¿5 opiniones impopulares?. Creo que es un tema muy bueno para hablar, así que por eso están hoy acá.
¿Alguna vez les conté como fue que tomé, después de tantos años, el hábito de leer?

Estuve al rededor de cinco años sin leer. ¿Lo pueden creer? Hoy sería una enorme tortura para mi. Necesito de las novelas para ser feliz. No importa si a fin de año leí solo unas pocas, esas me hicieron feliz a lo largo de los meses y me basta para estar contenta y sentirme más completa, sentirme yo.
En fin, en tercer año de secundaria, a mis catorce años de edad, mi profesora de Prácticas del Lenguaje nos dijo "Deberán comprarse Rosaura a las diez y Ceremonia secreta de Marco Denevi para que los leamos y analicemos" y, como por toda lectura impuesta, yo me quejé.
Empezamos por Ceremonia secreta. No podía seguirle el ritmo a la profesora por el simple hecho de que no quería leer aquel pequeño libro. Se acercó el día de la prueba y no era a libro abierto, ¡tenía que leer esa novela o me iba a ir mal! Así que como buena alumna, lo leí. Recuerdo que ya era tarde y los ojos se me estaban cerrando, pero me dispuse a terminar de una vez por toda aquella historia. ¿Y pueden adivinar que pasó? Si su respuesta fue que terminé por engancharme con la lectura y amarla por completo, entonces no se equivocaron.
Al día siguiente fui al examen feliz porque el libro me había gustado tanto que se me hacía fácil analizarlo. Claro que después me fue bien, estaba muy motivada. ¡Hurra!
El siguiente libro que leímos fue Rosaura a las diez. Con este ya iba a la par con la lectura en clase de la profesora y lograba ver más allá de lo que las palabras decían. Me divertí mucho al analizarlo y descubrir también cosas que se me habían pasado por alto. ¿No es eso lo que debería pasarnos a todos?
Gracias a Marco Denevi y mi profesora de Prácticas del Lenguaje (además de la insistencia de mi mamá porque me anime a agarrar otro libro), volví a leer. Y es muy loco, porque nunca hubiese creído engancharme con una lectura escolar porque, vamos, la mayoría de los libros que me asignaron fueron bastante malos. Tampoco nos lo daban con el suficiente amor y pasión hacia la lectura como para que nos enamoremos de ellos.
Hoy en día me gustaría que a todos les pasara lo mismo que a mi en aquel 2012. Que encontrasen una profesora de Prácticas del Lenguaje/Lengua/Literatura tan apasionada en su materia que les contagie las ganas de leer. Y espero también que algún día cambien las lecturas asignadas por algunas más llamativas porque vamos, hay miles de libros mejores que de seguro a los alumnos les encantaría leer.
¿Se encontraron con alguna profesora así?
¿Qué libros creen que deberían leerse en la primaria o secundaria?
¿Les gustaría que hablemos sobre otros libros que podrían asignarse en la escuela?
Hola Flor! Que linda entrada. Leí Rosaura a las diez en el secundario pero no me acuerdo absolutamente nada. Mi profesora de lengua era una copada, pero a veces nos ponía lecturas no tan copadas. Mi mejor recuerdo de esos libros es "El velero de cristal" de José Mauro de Vasconcelos, que me marcó mucho como adolescente y como lectora. Ojalá lo sigan dando para leer, para mi es una lectura obligatoria.
ResponderEliminarSaludos ♥
¡Hola Flor! ♥
ResponderEliminarMe emociona mucho que nuestra pequeña charla te haya impulsado hablar de este tema. Lamentablemente, es muy difícil que un niño comience a leer y considero que tienen que haber muchos factores influyentes para que eso suceda pero me encanta saber que fue lo que te impulso a vos a adentrarte a este hermoso mundo de los libros.
Y a mi me encanta hablar como entre en él.
Para serte sincera, no leí ninguno de los dos libros pero ya los voy poniendo en la lista de pendientes :3 Me causa mucha intriga saber que historias te marcaron en la adolescencia.
Te mando un beso enorme~
Fiorella (Little moments with the books)
¡Hola Flor!
ResponderEliminarYo por suerte nunca dejé de lado el hábito de leer. Bueno un poco al llegar a la facultad, pero es porque encontrar el punto medio fue difícil, no por otra cosa.
Tuve una profesora en cuarto año del secundario que estaba tan llena de pasión que me hizo interesarme por la carrera de Letras, y acá estoy. De no ser por ella, estaría trabada en una carrera que no me haría ni la mitad de feliz que la que curso ahora.
¡Saludos desde Viajera Literaria!